miércoles, 21 de noviembre de 2012

Cómo abordar el conflicto en la familia.

El jueves , 29 de noviembre, de 16'30 a 18'00, nos encontramos con los padres y madres del Colegio Cervantes (Avda. Cervantes s/n) para tratar el tema "Cómo abordar el conflicto en la familia", es la primera sesión de varia
s que realizaremos a lo largo del curso sobre convivencia, violencia, mediación... Si estáis interesados en participar y no sois del colegio, enviadnos un correo para que lo comuniquemos al AMPA: okola.secretaria@gmail.com




Comienzan los Encuentros de Madres y Padres del curso 2012/2013

Este viernes, 23 de noviembre, realizamos el primer encuentro del curso.
El tema de partida es "Educar desde las  capacidades": Educación diferente para capacidades diferentes. Resultados, errores, éxitos... cómo convertirlos en aprendizaje, seguridad y autoestima. 
Se trata de encuentros con otros padres y madres con los que compartir inquietudes y profundizar conocimientos. Están moderados por profesionales de la familia y la educación.
Se llevan a cabo  de 18:30 a  20:00 en la Casa de Cultura Mejostilla-Gredos, Cáceres.
¡Os esperamos!

miércoles, 14 de noviembre de 2012

OH, L´AMOUR! Taller sobre relaciones afectivas y de pareja. Cáceres 17 y 18 de noviembre 2012

Las emociones juegan un papel fundamental en nuestras vidas, nos sirven de brújula para no perder de vista nuestras necesidades y detectar lo que nos satisface y nos hiere, acercando o alejándonos de los demás, creando y fortaleciendo vínculos o construyendo barreras y defensas. Pero no siempre las emociones obedecen a lo que sucede realmente y nos alertan de situaciones que no entrañan riesgos reales.

Algunas relaciones de pareja fracasan porque en nosotros hay un bloqueo o una desconexión con nuestras em
ociones y nuestras necesidades reales. La solución no está en aprender técnicas para ser un mejor amante, o en creer que con otra persona será diferente, porque emocionalmente seguimos estancados y recreamos experiencias similares una y otra vez. 



Aprender a amar es aprender a confiar de nuevo. Para comprender y deshacer los patrones que están impidiendo que fluya el amor tenemos que entrar en contacto con esa parte interior vulnerable y sensible que no recibió suficiente amor –que nunca se siente suficientemente amada–, que desconfía del otro porque para recibir un poco de amor tuvo que traicionarse, ser o hacer lo que otros esperaban. O decidió aislarse y prescindir del amor y la intimidad por temor a sentirse otra vez invadida, sofocada o anulada.



¿Qué nos impide apreciarnos y querernos tal como somos, escuchar nuestro interior y confiar? ¿Qué nos empuja a repetir patrones que desembocan en relaciones conflictivas o desdichadas? 
Os proponemos esta experiencia de exploración y autodescubrimiento para poder vivir individualmente o junto a tu pareja, la apertura al amor aumentando la confianza y la autoestima. Aprenderemos a escucharnos y expresar nuestras emociones y necesidades, a respetarnos, a identificar y poner límites y a crear cercanía e intimidad. Recuperaremos la conexión con nuestra energía vital eliminando viejas barreras de experiencias pasadas que ya no tienen ninguna utilidad.


Este proceso pedagógico-terapeútico se desarrollará de forma vivencial en un clima sincero y respetuoso con el momento vital de cada participante.



CRECER EN RELACIÓN

"El encuentro entre dos personas es como el contacto entre dos substancias químicas: 
si se produce una reacción, las dos se transforman"   
                                                                           Carl Gustav Jung





El amor, las relaciones afectivas, son una necesidad básica, tan o más importante que comer o dormir. A lo largo de nuestro desarrollo nuestra evolución depende de los vínculos que establecemos con las personas que nos rodean, las que consideramos de referencia y las que, elegidas o impuestas, representan la autoridad. Tanto de niños como ya adultos, todos necesitamos amor, sentirnos valiosos e importantes para alguien, saber que hay alguien disponible para nosotros.

Las experiencias que acumulamos van forjando nuestro carácter, calibrando o desequilibrando nuestro sistema emocional, interponiendo obstáculos o despejando el camino para la consecución de nuestras metas. Aprendemos a expresar emociones o a negarlas, a sustituirlas, a contenerlas. Aprendemos a trabajar por lo queremos, o adquirimos metas que no son nuestras, nos cargamos de necesidades ajenas y perdemos el norte de nuestros auténticos deseos.

Y con este bagaje, confuso y desorientado, nos acercamos a los otros. Ellos vienen a nuestro encuentro con su propia historia. Y ahí comienza un camino de amor y desamor, de cercanía y distancia, de deseo y temor, de confianza y miedo, de vulnerabilidad y dureza. Todas las relaciones, cada una con su matiz e intensidad, pasan por ciclos de encuentro y desencuentro: está la diferencia que nos hace complementarios, el origen de la atracción, y está el choque, a veces brutal, entre dos maneras de sentir e interpretar el mundo. Y al fondo, están nuestras necesidades, nuestras creencias sobre el amor, sobre nuestro derecho a ser amados, sobre cómo "debe" manifestarse ese amor y nuestros miedos a ser engañados, utilizados, abandonados, a no merecer amor... 

Una sensación, a veces clara, a veces difusa, nos avisa de que algo no va bien: hay una necesidad que no está siendo atendida. Esa es la función de la emoción, nuestro radar capaz de detectar cualquier amenaza. El cuerpo se pone en guardia, preparado para oponerse al peligro, y, a veces, el supuesto peligro es el otro con el que nos relacionamos. Corresponde a la razón leer adecuadamente las señales emocionales, reconocer y nombrar la necesidad insatisfecha y planificar una estrategia amorosa y respetuosa con el otro para cubrirla. Cuando la necesidad se nombra, el cuerpo se relaja: ya ha cumplido su misión de alarma. Si no somos capaces de realizar este proceso, entramos en una espiral de temor y agresividad; cada vez mas vulnerables, nos replegamos y endurecemos alejándonos del otro e impidiendo, cada vez más el contacto, la comunicación, la satisfacción de las necesidades.  

Darnos cuenta, ser capaces de parar en medio de ese pánico para recobrar el equilibrio, escuchar el cuerpo y entender la necesidad que está provocando el conflicto, aprender a pedir lo que necesitamos y a respetar el derecho del otro a dar y ofrecer lo que quiere y puede, es lo que nos permite mostrar y compartir nuestra vulnerabilidad y crear intimidad.

A veces yo necesito cercanía y mi pareja necesita soledad; a veces yo quiero hacer planes, compartir actividad y mi pareja quiere tranquilidad y calma; a veces hemos de tomar decisiones conjuntas y nuestras visiones son opuestas, hemos de elegir y no compartimos las prioridades; nuestros ritmos son distintos, a mi me urge lo que para mi pareja puede esperar, cuando yo vuelvo él todavía está empezando a ir... Entonces, seguramente... ¿me he equivocado de pareja?

No. No hay dos personas iguales (y si las hubiera no harían buena pareja), tener necesidades, ritmos y puntos de vista diferentes es lo normal; como es normal que dos personas que se quieren  intenten satisfacer sus necesidades mutuas, explorar y ampliar sus puntos de vista, sincronizar sus ritmos. A veces se puede y a veces no. A veces hemos de aceptar que nuestros deseos no pueden cumplirse, a veces tenemos que encontrar otros caminos para satisfacer algunas de nuestras necesidades... pero, si desechamos la idea de que el otro tiene que adivinar nuestros deseos y aprendemos a formularlos, si nos sentimos libres para buscar nuestro bienestar sin cargar con esa responsabilidad al otro, si en vez de embarcarnos en un conflicto de poder intentamos honestamente comprender y aceptar al otro, si tomamos cada momento la decisión de amar al otro, de entregarnos a él, de no proteger nuestra vulnerabilidad, entonces nuestra relación va creciendo y haciéndonos crecer, nos nutre y nos transforma, nos sitúa en el presente, aquí y ahora, nos sirve de base y alimenta nuestra confianza, nos abre y despierta nuestra creatividad y nuestra capacidad de percibir y disfrutar. 

Hoy, como cualquier otro día, nos despertamos vacíos y asustados

No abras la puerta del estudio y empieces a leer

Coge un instrumento musical.      

Deja que la belleza de lo que amamos sea lo que hacemos 

Hay cientos de formas de arrodillarse y besar el suelo. 

                                                                                             Rumi



Helena Guerra







LAS RAICES DEL AMOR




Hace pocos meses, Helena Guerra, me propuso en un mensaje a través de Facebook si me apetecía facilitar un taller de relaciones afectivas y de pareja junto con ella en Cáceres. Di un respingo en la silla al leer su propuesta, por inesperada, por atractiva y también porque acababa de terminar una relación de pareja hacía poco más de un mes y era un tema que me tenía especialmente sensibilizado. Con todo, no lo dudé mucho y dije que sí. Esto no es nuevo, soy impetuoso -tal como me ha recordado un amigo hoy durante una comida- y reconozco el papel fundamental que juegan los impulsos y, sobre todo, las emociones en mi vida.
Las emociones nos sirven de brújula para no perder de vista nuestras necesidades y  detectar lo que nos satisface y nos hiere, acercando o alejándonos de los demás, creando y fortaleciendo vínculos o construyendo barreras y defensas. Pero no siempre las emociones obedecen a lo que sucede realmente y nos alertan de situaciones que no entrañan riesgos reales. Reconozco este  bloqueo o desconexión con mis  emociones y mis  necesidades reales como los precipitadores del fin de muchas de mis relaciones, especialmente las más íntimas, las relaciones de pareja.
Creo que al igual que yo, cualquiera puede ser más o menos consciente de esto, pero lo que habitualmente hacemos es buscar soluciones que poco tienen que ver con las verdaderas raíces del problema.  Así, creyendo firmemente que tenemos respuestas objetivas fuera de nosotros, perfeccionamos nuestro arte amatorio, nos retiramos o nos convencemos que con cambiar de persona será diferente olvidándonos que somos sujetos que, como sostienen los existencialistas, bajo circunstancias favorables, podemos percibir la realidad externa y además, somos una consciencia que participa de la construcción de la realidad. Heidegger se refería al ser humano como el hombre que está ahí, un objeto que forma parte del mundo y al mismo tiempo lo constituye. Cada uno de nosotros construimos nuestro propio mundo.
De no poner consciencia a esto, nos viviremos estancados emocionalmente y recrearemos experiencias similares una y otra vez, atrayendo a personas o situaciones que provocan nuestra desconfianza y retroalimentan nuestras propias creencias limitantes.
¿Qué nos lleva a repetir patrones que desembocan en relaciones conflictivas o desdichadas? ¿Qué es lo que hace que tratemos de llenar nuestras carencias con alguien, nos hace sentir dependientes, o su reverso, nos impulsa a no crear lazos profundos de amor e intimidad? A mi parecer, la respuesta está en lo que los entendidos han acordado llamar codependencia. Ésta es una herida en nuestra esencia que nos causa dolor y frustración en las relaciones, nos impide apreciarnos y querernos tal como somos, escuchar nuestro interior y confiar, afectando a nuestra autoestima y creatividad.
Si profundizamos en su origen es fácil que nos topemos con experiencias no integradas de nuestra infancia que de adultos proyectamos inconscientemente en la pareja, en los amigos y en las figuras de autoridad. Experiencias pasadas que nos marcaron y que condicionan negativamente nuestro presente en forma de miedos, bloqueos, corazas, resentimiento, sentimientos de incomprensión, vergüenza o abandono.
Cuando nacemos recibimos la vida y el amor a través de nuestros padres. Si como podemos sentir agradecimiento hacia nuestros padres, estamos conectados a la vida y el amor fluye naturalmente a través de nosotros. Nos sentimos más enraizados, libres y confiados para desarrollarnos y expandirnos. Pero a veces, esa conexión con la madre y/o el padre se interrumpe o se bloquea a una temprana edad y eso impide que el amor pueda seguir fluyendo y nutriendo nuestra vida. Entonces sentimos una gran necesidad de amor que buscaremos a través de relaciones de pareja, amantes u otros substitutos que nos llenen ese vacío. Sin embargo, la desconexión con nuestras propias raíces imposibilitará que podamos establecer una relación de pareja estable y duradera.
Algunos de nosotros hemos sido tantas veces invadidos que cuando nos invaden nos parece normal, y tampoco reconocemos cuando invadimos a los demás. A veces incluso invitamos a que nos invadan porque creemos que así conseguiremos el amor que necesitamos. O, al contrario, nos hemos protegido tanto que hemos creado una coraza que nos impide intimar.
Hace tan solo una semana tuve el privilegio de participar en un grupo terapéutico sobre las figuras parentales. Cuando yo fui paciente –o cliente- ya lo experimenté un par de veces –y aún volvería a participar una vez más- pero en esta ocasión acompañé a los terapeutas, pudiendo ver desde “el otro lado” cómo el dolor en la relación con nuestros padres nos dificulta  crecer y separarnos de ellos. No es distancia física, es que solo maduramos y podemos separarnos de nuestros padres cuando somos capaces de recibir lo que nos han dado con agradecimiento. El resentimiento nos mantiene alejados y al mismo tiempo atado a ellos, nos debilita e impide estar realmente disponible para una relación de pareja. Se trata, por tanto, de sanar el vínculo que nos une a los padres para que la confianza y el amor puedan volver a fluir a través de nosotros y abrirnos a una relación de pareja, o mejorar la que ya tenemos. Y aprenderemos a reconocer y abordar la herida de abandono, la causa principal de la codependencia.
Me doy cuenta también que esto me ha sucedido en mi relación con la expareja, cuando no he podido completar y/o cerrar la relación que termina para poder abrirme  de nuevo al amor, dejándome  una sensación de abandono, amargura y dolor que me  empujaba a repetir una y otra vez dolorosas experiencias con la misma persona. De aquí, lo señalo ahora,  la importancia de completar y sanar la relación con los padres y con las personas que hemos compartido experiencias vitales.
No podemos olvidar que detrás del adulto que somos tenemos una base emocional muy vulnerable y sensible marcada por las experiencias traumáticas de nuestra infancia. En nuestra vida cotidiana de adultos, el niño o niña que fuimos,  percibe y interactúa con el mundo que le rodea dirigiendo inconscientemente nuestras emociones y nuestro comportamiento. El desconocimiento, la negación o la minimización de nuestra base emocional herida hace que atraigamos personas o circunstancias que no colman nuestras necesidades, que a menudo nos sintamos rechazados o traicionados, que desarrollemos relaciones que generan dependencia, desconfianza, resentimiento, sentimientos de culpa o impotencia. O que tratemos de aliviar nuestra frustración o inseguridad con comportamientos adictivos, encerrándonos en nuestro propio mundo, refugiándonos tras una coraza que aumenta la sensación de soledad o vacío.
Estos patrones los repetimos una y otra vez hasta sentirnos impotentes y culpabilizar al otro. Adoptamos actitudes donde pretendemos ser algo que no somos, disfrazándonos de falsa seguridad como si nada nos afectase, aunque en nuestro interior sintamos miedo, dolor o necesidad o autodesvalorizándonos  –sintiéndonos  indignados o avergonzados-. Y esto desde luego que no nos ayuda, por el contrario, nos impide evolucionar, nos aleja de nosotros mismos y de los demás, cerrando las puertas de nuestro corazón, la única posibilidad de ser auténticos, de sentirnos queridos y aceptados por ser quién somos realmente.
¿Cómo podemos querernos cuando no nos sentimos bien con nosotros mismos? ¿Cómo abandonar este sentimiento y romper con un patrón que no nos hace sentir bien para poder amar y ser amado? ¿Cómo transformar el autorechazo en amor y autoaceptación? Muchas veces me he preguntado por qué después de haber hecho tanto para demostrar mi valía me siento insuficiente, inadecuado o no merecedor de dar o recibir amor. 
Obviando, por perniciosas, las huidas hacia delante: adición al trabajo, búsqueda de reconocimiento, hiperactividad o promiscuidad como forma de compensación, solo encuentro al juez Interior como el responsable de este impedimento de ser auténticos, relajarnos y fluir con la vida. A pesar de nuestro esfuerzo por ser racionales y positivos, ante ciertas personas o situaciones se despiertan en nosotros viejos miedos e inseguridades que nos desbordan, sentimientos de desvalorización que nos sabotean o empequeñecen, voces interiores que nos juzgan, haciéndonos sentir incapaces, culpables o defectuosos, alimentando la autocrítica destructiva, el miedo al rechazo y la sensación de que no merecemos, de que nunca conseguiremos aquello que queremos o necesitamos.
Aprender a amar es aprender a confiar de nuevo. Para comprender y deshacer los patrones que están impidiendo que fluya el amor tenemos que entrar en contacto con esa parte interior vulnerable y sensible que no recibió suficiente amor –que nunca se siente suficientemente amada–, que desconfía del otro porque para recibir un poco de amor tuvo que traicionarse, ser o hacer lo que otros esperaban. O decidió aislarse y prescindir del amor y la intimidad por temor a sentirse otra vez invadida, sofocada o anulada.
No veo otro camino que la  exploración y autodescubrimiento para poder vivir  individualmente o junto a tu pareja, la apertura al amor aumentando la confianza y la autoestima. Aprender a escucharnos y expresar nuestras emociones y necesidades, a respetarnos, a identificar y poner límites y a crear cercanía e intimidad. Encontrar el camino para recuperar la conexión con nuestra energía vital eliminando viejas barreras de experiencias pasadas que ya no tienen ninguna utilidad. 

José Antonio Prieto 

jueves, 8 de noviembre de 2012

OH, L´AMOUR! Taller sobre relaciones afectivas y de pareja. Cáceres 17 y 18 de noviembre 2012



Las emociones juegan un papel fundamental en nuestras vidas, nos sirven de brújula para no perder de vista nuestras necesidades y detectar lo que nos satisface y nos hiere, acercando o alejándonos de los demás, creando y fortaleciendo vínculos o construyendo barreras y defensas. Pero no siempre las emociones obedecen a lo que sucede realmente y nos alertan de situaciones que no entrañan riesgos reales.

Algunas relaciones de pareja fracasan porque en nosotros hay un bloqueo o una desconexión con nuestras emociones y nuestras necesidades reales. La solución no está en aprender técnicas para ser un mejor amante, o en creer que con otra persona será diferente, porque emocionalmente seguimos estancados y recreamos experiencias similares una y otra vez.

Aprender a amar es aprender a confiar de nuevo. Para comprender y deshacer los patrones que están impidiendo que fluya el amor tenemos que entrar en contacto con esa parte interior vulnerable y sensible que no recibió suficiente amor –que nunca se siente suficientemente amada–, que desconfía del otro porque para recibir un poco de amor tuvo que traicionarse, ser o hacer lo que otros esperaban. O decidió aislarse y prescindir del amor y la intimidad por temor a sentirse otra vez invadida, sofocada o anulada.

¿Qué nos impide apreciarnos y querernos tal como somos, escuchar nuestro interior y confiar? ¿Qué nos empuja a repetir patrones que desembocan en relaciones conflictivas o desdichadas? Os proponemos esta experiencia de exploración y autodescubrimiento para poder vivir individualmente o junto a tu pareja, la apertura al amor aumentando la confianza y la autoestima. Aprenderemos a escucharnos y expresar nuestras emociones y necesidades, a respetarnos, a identificar y poner límites y a crear cercanía e intimidad. Recuperaremos la conexión con nuestra energía vital eliminando viejas barreras de experiencias pasadas que ya no tienen ninguna utilidad.






Este proceso pedagógico-terapeútico se desarrollará de forma vivencial en un clima sincero y respetuoso con el momento vital de cada participante.


MOVERSE EN ESTE BLOG